Flor de un día
Sara Bonache | Flora Castiglia | Ariadna Chez | Olga Krykun
Andrés Lozano | Sonsoles Masiá | Francesc Rosselló | Maria Yelletisch
Llega el verano con su promesa de plenitud. Es la estación de los frutos, del sol que pone a punto y madura lo que la primavera empezó a insinuar. Es tiempo de exuberancia, las flores despliegan su esplendor efímero. El verano encarna la paradoja de la fertilidad: el momento de mayor esplendor marca el inicio del desvanecimiento.
Las flores son promesa de vida, simbolizan el nacimiento y el crecimiento. Vinculadas a la sensualidad y a la reproducción de la vida, las flores son abundancia. Es en esa belleza donde radica a su vez la gran paradoja de lo efímero. Florecer significa también empezar a marchitarse.
En su dimensión temporal, la flor representa el ahora, el momento presente dentro de un ciclo más amplio, el carpe diem. Un memento mori que recuerda la fugacidad de la existencia y el paso inexorable del tiempo.
Esta exposición reúne a una serie de artistas que abordan lo floral como motivo estético, pero también como metáfora del ciclo vital. Una reflexión en torno al deseo, a lo fugaz, a lo inevitable del cambio. El verano es una invitación a celebrar el presente. Como la naturaleza, el arte se circunscribe en este ciclo que se reescribe constantemente: cada obra se abre a su presente, pero su significado muta con el tiempo y se transforma con cada mirada.






